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16 de mayo de 2012

Costiera Amalfitana

Este post está dedicado al arbolito electrónico que nos ayudó desde Argentina a obtener divisa extranjera, gracias a lo cual pude extraer efectivo aquí, y poder hacer todas las cosas que Mastercard no puede pagar. ¡MUCHAS GRACIAS!


Día 18

Teníamos pensado ir a la isla de Ischia, pero cuando llegamos a la stazione maritima los horarios que seguían no nos quedaban cómodos. Deberíamos haber averiguado un poco ayer. Entonces, nos tomamos el tren Circumvesuviano hacia Sorrento. Estos trenes salen de Napoli hacia ciudades de los alrededores, rodeando el Vesuvio. Las estaciones y vagones están cubiertos de graffitis, algo que no vi en otras ciudades. En la mitad del trayecto se subió una banda de chicos tocando "fa l'americano" con saxo, acordeón (¿o bandoneón?), timbal, y por supuesto, pandereta. Por unos instantes lo vi a Medusa bailando, ahí, en el medio del vagón.

Sorrento es una ciudad muy prolijita, limpia, y con vistas muy bonitas al mar y a la bahía de Napoli.



Almorzamos en un ristorante. Hernán una especialidad de la zona, gnocchi alla sorrentina, y yo variedad de pescados y frutti di mare fritos. Lejos, uno de mis mejores almuerzos, ¡y las rabas estaban increíbles!.

Con la panza bien llena, tomamos el bus a Amalfi, para recorrer la famosa Costiera Amalfitana. No hubo chance de dormirse, no sólo por lo lindo del paisaje, sino por el estilo de conducción alocado que requiere la zona. El camino costero es sinuoso, y angosto, y el colectivo no pedía el paso: lo demandaba. Decenas de veces otros autos que pretendían pasar hicieron marcha atrás (y también los que venían por detrás). En uno de los pasos complicados, gente que estaba en la veredita giraba los manubrios de las scooters estacionadas para que el colectivo pueda pasar. Y el chofer, un personaje, gritandole a otro conductor por la ventana "Vai! Vai! Diritto!! Vai!!!" cuando este vacilaba entre avanzar por un túnel o retroceder. Pero ninguna descripción alcanza, hay que verlo para creerlo, y para reirse como nos reimos nosotros.

La Costiera Amalfitana es muy bella, es impresionante cómo han aprovechado cada espacio de tierra para hacer casas, jardines, huertas, hotelcitos, terrazas, piletas, plantaciones de limones, y hasta una canchita de fútbol. Y todo sobre peñascos con vista al Golfo de Salerno.

En Amalfi estuvimos sólo un rato, algo más de una hora, por que si nos quedabamos más no teníamos más horarios de tren a Napoli. Compramos una meriendita per portare via y nos sentamos en una especie de escollera a ver el atardecer. Me quedé con ganas de más; es uno de los lugares que marqué para volver la próxima vuelta.


Encontramos un deporte extraño como el de Hernán: basquekayak, o kayakbasquet, o qué-basquet-en-kayak. Juegan en kayaks, en una zona de la costa al reparo del oleaje, y el objetivo es que la pelota entre en una especie de mini-arco que está elevado. Además de tirarse los kayaks encima, darse con los remos, etc.

El camino de regreso estuvo más tranquilo, ya no había tanto tráfico. La hora era ideal para ver cómo va cambiando la luz del sol mientras baja, y con ella los colores de los peñascos y de las casitas, todas de colores blanco y pastel.

La cena fue en una trattoria cerquita de la stazione centrale, cottoletta alla milanese con patatine fritte per me, y spaghetti alla carbonara para Hernancito. Todo regado de birra Moretti. Rica rica.

El destino para mañana miércoles es aún incierto. La almohada dirá.




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